04/11/2016

Entre las partidas que la formación asamblearia negociará con el equipo de gobierno para el presupuesto del 2017, se incluye un estudio de la situación de vulnerabilidad social de las mujeres de Castelló.

La feminización de la pobreza es un concepto que ha tomado relevancia para analizar las consecuencias sociales de la crisis económica. Se trata de una de las problemáticas sociales que la formación ciudadana quiere poner en la agenda del gobierno municipal. En palabras de la edil Anna Peñalver «se piensa que las vidas de las mujeres están mejorando, pero nos encontramos que es falso. Hay un creciente empeoramiento de sus condiciones de vida».

Entre las partidas que la formación asamblearia negociará con el equipo de gobierno para el presupuesto del 2017, se incluye un estudio de la situación de vulnerabilidad social de las mujeres de la ciudad y sus causas, para diseñar una estrategia que corrija esta desigualdad. «Acabar con la brecha salarial, analizar las necesidades específicas de las mujeres en materia de vivienda o pensar estrategias contra el paro femenino y la precariedad en sectores laborales altamente feminizados, son pasos indispensables para hacer frente también a la violencia de género» señala la regidora municipalista. Según varios estudios internacionales, las mujeres tienen un mayor riesgo de exclusión social vinculada a la pobreza.

También negociarán una partida para estudiar la situación de los cuidado en la ciudad, los recursos disponibles y el reparto de los usos del tiempo entre hombres y mujeres. Estas tareas de cuuidados, a menudo no remuneradas, son una de las causas del desigual reparto de la riqueza entre hombres y mujeres. En consecuencia, los recortes en los servicios públicos de los últimos años, han contribuido a aumentar la brecha de renta vinculada al género.

Para Castelló en Moviment, estos dos estudios tendrían que formar parte indispensable de un Plan Director de Inclusión Social, que tiene que marcar las directrices para una estrategia integral contra la exclusión social y la precariedad, agravadas con la crisis de un modelo de crecimiento obsoleto. «No podemos ignorar este tipo de desigualdades, que se dan en nuestra ciudad como cualquier otra. En ciudades como Barcelona y Zaragoza ya han empezado a andar en este sentido, con la colaboración de las asociaciones de la sociedad civil hace años que trabajan el tema» ha declarado Anna Peñalver.

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